
El amor ni se mendiga ni se gana. El amor se cultiva en el interior de nuestras hijas e hijos desde el momento en que nacen. Por ser quienes son. Por ser como son.
Amar incondicionalmente.
Amar desde lo más profundo de nuestro ser.
Sin condiciones. Sin exigencias. Sin expectativas.
Amar de forma gratuita. Sin esperar nada a cambio.
Desde una mirada limpia de prejuicios. Llena de admiración. Abierta a abrazar lo que se nos da.
Conectando con la verdadera esencia de nuestras hijas e hijos.
Y amarles por quienes son. Aceptando cómo son. Respetando su forma de ser.