
Estos días no todos están de celebración.
Hay personas en cuyas casas no suenan villancicos.
Hay personas que pasan sus horas en un hospital.
Y otras que no tienen el ánimo por enfrentarse a una enfermedad.
Hay personas que en su propia casa no sienten tener hogar.
Hay personas que ya no están presentes. Y otras que, estando, es como si estuvieran ausentes.
Hay personas que siendo de la misma sangre no se sienten familia.
Hay familias que están a miles de kilómetros.
Hay personas que no tienen un techo ni una comida.
Hay personas a las que no les da para festejar. Y otras que no tienen con quien hacerlo.
Hay personas que tienen que trabajar.
Porque la Navidad no va de celebraciones desmedidas, regalos, platos a rebosar y risas sin parar.
La Navidad va sobre las personas y los valores que no hacen humanos. Y estas fechas son sólo para recordarnos el foco que deberíamos mantener el resto de días al año:
Celebrar la vida cada día, dar espacio al amor que habita en el fondo de nuestro ser para actuar desde él y vivir los encuentros con quienes nos rodean desde la autenticidad y el respeto.
Teniendo presente lo que compartimos como seres humanos y los vínculos que nos unen en nuestras relaciones.
Hoy y todos los días.