
Los sentimientos dan sentido a nuestra vida.
Consultamos cada vez más nuestros sentimientos más íntimos antes de tomar decisiones importantes. No obedecemos órdenes de fuera. Escuchamos nuestra voz interior.
Experiencias y sensibilidad (sensaciones, emociones y sentimientos) confluyen para proporcionarnos un aprendizaje constante en el tiempo.
Aprendiendo de dentro hacia fuera. Integrando información externa e interna para comprendernos mejor. Para vivirnos mejor. Libres para: pensar, ser y decidir.
Al tener en cuenta los sentimientos humanos, damos valor a una sensibilidad antes desconocida y temida.
Combinando razón y emoción. Rompiendo con los moldes de una educación tradicional que imponía conocimiento desde la lógica de una autoridad externa.
Trasladando a nuestro mundo interior la fuente de todo sentido y autoridad. Teniendo en cuenta con ello el mundo interior de nuestros hijos e hijas: sus sentimientos y, por tanto, sus necesidades psicosociales y emocionales.
Reeducándonos para educar desde nuestra parte más humana como única forma posible para construir un mundo mejor y más amable.