
Estamos en la época de año más esperada por grandes y peques: es verano y toca relajar las rutinas, disfrutar, salir, quedar con familiares y amigos, ir a la piscina, viajar a la playa, si es posible subir también a la montaña… Y la lista va en aumento acorde a nuestros deseos y posibilidades, llegando a parecerse cada vez más a una agenda ejecutiva para el gozo y el ocio.
Sin embargo, las altas temperaturas (que son cada vez más frecuentes y prolongadas), los días largos, la falta de horas de sueño nocturno, las ganas de soltarse y aprovechar cada oportunidad para disfrutar del buen tiempo y de los días de vacaciones, hacen que sin querer caigamos a veces en excesos, prisas y situaciones de estrés olvidándonos de lo que nuestro cuerpo y nuestra mente realmente necesitan: bajar los ritmos y desconectar.
¿Cómo escuchar nuestro cuerpo?
Mantenernos en observación y estar pendientes de las señales que nos envíe nuestro cuerpo nos permitirá tenerlo en cuenta y actuar antes para cuidarlo y para cuidarnos. Por ejemplo:
- La sudoración excesiva, el dolor de cabeza y el aturdimiento o mareo, vómitos y diarrea son señales de un posible golpe de calor;
- El cansancio y la fatiga nos indican que tenemos que reducir el esfuerzo físico en las altas temperaturas del día;
- Las erupciones cutáneas y la sequedad de la piel nos dicen que necesitamos hidratarnos más tanto por fuera como por dentro;
- Calambres, agotamiento y mayor estado de irritabilidad por el calor nos piden bajar la intensidad de nuestras actividades.
calor y peques
El calor extremo puede llegar a resultar un peligro para nuestro organismo manifestándose principalmente mediante insolaciones o golpes de calor (cuando nuestra temperatura corporal aumenta de forma súbita y excede los 40º). Y si esto es así en adultos, los peques (y adolescentes) suelen mostrarse aún más sensibles ya que se adaptan de forma más lenta. Al estar en continuo movimiento, sus cuerpos producen aún más calor y transpiran menos (lo que dificulta que la temperatura de su cuerpo disminuya). Por eso, en verano es incluso cuestión de mayor urgencia vital mostrarnos pendientes de sus necesidades y aún más comprensivos y pacientes con ellos:
- Respetando sus ritmos;
- Simplificando los planes veraniegos;
- Reduciendo la intensidad del día.
menos es más
No se trata de hacer muchas cosas. Nuestros peques (haciendo referencia especialmente a los peques de 0 a 6 años) no necesitan cantidad de novedades, sitios y aventuras extraordinarias. Necesitan descansar, desconectar de las rutinas cerradas de los días de guarde y cole. Y, sobre todo, necesitan jugar y hacerlo con nosotros: tenernos disponibles y accesibles durante más horas del día sin teléfonos ni otras distracciones mayores.
algunos consejos para días de calor excesivo
- Juegos más tranquilos en sitios frescos. Y al aire libre a primera hora de la mañana o a última hora de la tarde para evitar el calor intenso;
- Períodos más cortos de piscina o playa cuando el calor es extremo;
- Evitar la exposición al sol y al calor en las horas más calurosas y proteger la piel con cremas solares recomendadas y la de los más peques con ropa y gorros con protección solar;
- Dieta ligera, con mucha fruta y verdura de temporada: comer menos cantidad y más a menudo es algo normal en verano. respetémoslo en nuestros peques;
- Tener agua siempre a mano para mantenernos constantemente hidratados;
- Ropa ligera y transpirable;
- Mantener la casa lo más fresca posible (evitar los cambios bruscos de temperatura);
- Prestar mucha atención al coche: ventilarlo y acomodar la temperatura antes de subir a tus peques (nunca dejarlos solos dentro en ninguna época del año);
- Evitar las horas prolongadas al sol y al calor y actuar (contactando si fuese necesario con un/a pediatra) ante cualquier síntoma de golpe de calor: aquí te dejo un enlace con más información al respecto.
Se trata de planificar los días según el calor previsto y dedicar más tiempo al descanso físico y mental. Organizar nuestras vacaciones teniendo en cuenta las necesidades de nuestro cuerpo y las de nuestros peques. Conseguir así un equilibrio entre nuestras necesidades y las suyas teniendo en cuenta las circunstancias ambientales antes de idear el verano deseado por nuestras expectativas y mentes inquietas. Porque es verano y el cuerpo lo sabe, escuchémoslo.