
No hay niños ‘hiperregalados’
Decir que hay un «síndrome del niño hiperregalado» es culpar a la infancia de nuestros actos adultos como compradores compulsivos.
Vivimos en una sociedad consumista y materialista en la que intentamos ‘comprar’ nuestra felicidad y también la de nuestros hijos, nietos, sobrinos.
Como un acto de compensar nuestra falta de tiempo y presencia para estar con ellos, o lo que no tuvimos de pequeños.
Reconocer esta cruda realidad implica asumir nuestra responsabilidad ciudadana para la vida social y nuestro papel activo como adultos en ella así como en la vida de nuestros hijos e hijas.
Cuando ‘echamos los balones hacia fuera’ culpando (una vez más) a la infancia es porque no queremos aceptar lo que hay.
Porque nos duele y muchas veces no sabemos cómo salir de la rueda en la que nos sentimos atascados.
Empezar por tomar consciencia es el primer paso. Llamando las cosas por su nombre. Dejar de cargar a la infancia con etiquetas injustamente impuestas.
Para luego pasar a acciones de cambio. Comprar con gusto e ilusión los regalos de nuestros niños y niñas, pero también con consciencia.